LA PEDAGOGÍA POR UNA CULTURA EN
DERECHOS HUMANOS
En los derechos humanos la globalización ha significado una terrible
embestida en el plano de la vida y de las ideas. El derecho a la vida se
convierte en un juego de palabras con la masacre cotidiana de millares de seres
humanos que padecen víctimas del hambre y las enfermedades que irrumpen con la
desnutrición. Los derechos sociales, económicos y culturales son palabras sin
vida por la exclusión que produce la globalización de la miseria imperante: no
hay salud, empleo, trabajo, seguridad social y vivienda porque la producción se
desvinculo del empleo y la gente no se requiere, además el Estado se convirtió
en servidor de las corporaciones multinacionales y sus funciones se reducen
cada vez más. Los acuerdos internacionales se han convertido en un mecanismo
eficaz utilizado por las corporaciones multinacionales para elevar sus
beneficios con base en el empobrecimiento y el destrozo de las comunidades.
Las reglas supranacionales que adoptan en estos acuerdos les permiten
fortalecer el poder de las empresas por sobre la capacidad de los gobiernos de
realizar políticas sociales, eliminar o
recortar logros laborales y derechos básicos de las comunidades. El nuevo rol del Estado es de tipo neo
regulador y eficientista que cambia la relación entre economía y política: del
papel predominante del Estado en la economía y de mayor incidencia estatal en
las políticas de desarrollo, se pasa a una mayor influencia del sector privado,
del mercado y de la financiación externa. Aunque también se pueden describir
facetas positivas de los estados democráticos.
Los estados democráticos se fundamentan en los
principios del liberalismo político, en el respeto de los derechos cívicos y en
la valoración, cada vez más universal, de los derechos humanos.
Tal como lo dicta la Declaración
Universal de los DDHH, en el numeral 3 del Artículo 21
La voluntad de la población debe
constituir la base de la autoridad de gobierno; ello se expresará en elecciones
periódicas y genuinas que serán mediante sufragio universal e igual y se
celebrarán por voto secreto o por procedimientos de votación libres
equivalentes.
Esta condición establece una relación de
correspondencia: El respeto a los derechos humanos es una obligación de la
democracia y la democracia es una condición de los derechos humanos.
La democracia es, antes que nada y sobre todo, un
ideal. Sin una tendencia idealista una
democracia no nace, y si nace, se debilita rápidamente. Más que cualquier otro
régimen político, la democracia va contra la corriente, contra las leyes
inerciales que gobiernan los grupos humanos. Las monocracias, las autocracias,
las dictaduras son fáciles, nos caen encima solas; las democracias son
difíciles, tienen que ser promovidas y creídas. (Sartori, 1991,p. 10.)
En este sentido, los derechos humanos se asimilan a
las democracias; son difíciles, tienen que ser promovidos y creídos. Por tanto,
se anota que Colombia se ha caracterizado por ser una de las democracias más
duraderas del continente, pero a la vez por contar con la guerrilla más antigua
de Latinoamérica. Así mismo, las condiciones estratégicas del país han
propiciado la conformación de diferentes agrupaciones armadas al margen de la
ley: El paramilitarismo, los ejércitos del narcotráfico, los grupos de
autodefensas, las pandillas y demás agrupaciones violentas, que han
“justificado” la permanente violación a los derechos humanos.
Abordar el tema de los Derechos
Humanos en la actualidad más que una exigencia se convierte en una necesidad,
las constantes violaciones de los DDHH, las acciones bélicas, el conflicto
armado y el desplazamiento forzado, entre otras formas de transgresión a la
sociedad; no sólo deben quedarse en el estudio y el reconocimiento estatal de
estas acciones, así como tampoco el deber de acogerse a la sola protección y
defensa de éstos ; sino que se debe actuar en un proceso ético de educación
hacia los Derechos Humanos.
Desde aquí se hace necesario el
reconocimiento de la escuela como formadora de la nación y de sus pobladores,
considerando que esta institución es el espacio ideal para cumplir con la labor
que hoy se hace ineludible; es así, que el educar a cada uno de los futuros
ciudadanos en la promoción de los DDHH debe asimilarse como una manera de vivir
y no
Sólo como una manera de resolver
conflictos. Es allí en donde la academia se convierte indudablemente en la fortaleza de los
valores, después de la familia. De tal forma, la educación a los Derechos
Humanos es el afianzamiento de los valores y la trasmisión de ésta como
práctica y como cultura del hombre.
Es preciso enfocar el estudio de
los Derechos Humanos a las aulas de clase, a construir una sociedad reflexiva y
consciente comenzando por las mentes jóvenes de la nación; se debe pensar en el contexto histórico de
Colombia marcado por barbaries y acciones aborrecibles como sociedad; hechos
que ponen en entredicho los Derechos Humanos si recordamos que son estos los
que posibilitan la construcción de la democracia y la búsqueda de la paz.
Considerando entonces que la
sociedad se forma desde la educación en las escuelas y todo aspecto formal de
conocimiento parte de ellas; se le debe dar el debido respaldo a las
instituciones como formadoras de la nación en valores no sólo aplicados a la norma y formalidades
de conducta sino conduciéndolos a la educación, enseñanza y vivencia en el
diario cotidiano de los valores que promueven los Derechos Humanos.
Finalmente, la estimulación de la
educación para el ejercicio de los Derechos Humanos, contribuye al desarrollo
de la educación formal y del desarrollo de los habitantes de una Nación; razón
por la cual, en el contexto nacional se observa la implementación y promoción
de los programas para la educación de los Derechos Humanos (Eduderechos) del
Ministerio de Educación Nacional de Colombia, el cual busca desde la conciencia de la educación,
proyectos pedagógicos escolares concordantes con el propósito del mejoramiento
de la calidad educativa. Lo cual solo es posible a través de una continua
transformación del ambiente del aprendizaje mediante procesos pedagógicos que
estimulen en los jóvenes competencias ciudadanas para constituirse como sujetos
activos en derechos. Todo esto evidencia
la exigencia y la actual demanda de
competencias educativas de calidad basadas en enfoques de Derechos
Humanos.
No sobra anotar una reflexión que más adelante se
reitera: No es sólo la acción la que establece la violación a los derechos
humanos, sino la omisión de los actores responsables de la guarda y protección
de los mismos. En este punto de referencia se detalla la obra de Paulo Freire y
la visión sobre la educación y su insistencia hacia la práctica de una
libertad, la educación de las masas y su
incidencia en los países en desarrollo y la tan evidente globalización, pero
igualmente insiste en la educación que se libera de todo rasgo alienable, una
fuerza que posibilite hacia el cambio y que sea el impulso de esta
libertad. Freire reconoce a la educación
como generadora de una verdadera sociedad humana y en la que ningún hombre este
excluido de ella. Desde este punto su método,
según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a
cada individuo, desde la cual no se postulan modelos de adaptación ni
transición de la sociedad, sino modelos de ruptura, de continuos cambios al ser
subjetivos y de trasformación total.
Si bien es cierto que la educación en DDHH no
resuelve las problemáticas de las comunidades, también es cierto que, en la
medida en que se logre que una comunidad llegue a buenos niveles de apropiación
sobre los mismos, se estará contribuyendo a la resolución de esas
problemáticas. Pero hay que tener claro que debe ser un proceso de amplia
cobertura. De allí que Freire reconozca que la tarea de educar se hace
autentica en la medida en que se procure una integración del individuo a la
realidad nacional e individual, A medida
de que se pierde el miedo a la libertad, a ser libres en derechos, la tarea
aquí del educador es la de un artista formador que crea no sólo un mundo para
el educando sino que
elabora un proceso de recreación, de búsqueda, de
independencia y a la vez de solidaridad con el otro.
La problemática social
que genera la violencia en los estudiantes se debe abordar de manera que se
generen espacios (bien sean de diálogo, de debate, de análisis, de crítica y de
reflexión) para resolverla. Cuando esto se logre, se lograrán personas que,
frente a las situaciones que les presente la vida, podrán proponer espacios
similares para resolverlas.
Se puede suponer que
una de las causas predominantes del conflicto social está enmarcada en la
ignorancia, pero especialmente en la ignorancia sobre los derechos y los
deberes de las personas con las personas, es decir de la responsabilidad social
que a cada una de las personas atañe. Por esto, es innegable la necesidad de
que el pueblo colombiano supere esa ignorancia y empiece a conocer y a manejar
este conocimiento enfatizándolo en los derechos humanos, logrando la
apropiación de los mismos, no sólo para hacerlos valer sino, también, para que
inicie un reconocimiento de respeto por el otro, desde todo punto de
vista.
Debe ser claro,
entonces, entender que la educación sobre los derechos humanos es
imprescindible desde la escuela, para que se dé la promoción y el respeto de
los mismos, pues en el momento en que las personas llegan a conocer, entender y
apropiarse de sus derechos y de los deberes que conllevan dichos derechos, así
mismo sabrán exigirlos y, seguramente, lucharán por difundirlos y defenderlos.
En este abordaje de las
responsabilidades, como docentes, frente a la enseñanza, difusión y vigencia de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ante el desconocimiento de
los procesos que se adelantan para afrontar esta responsabilidad, insumo que se
convierte en básico para la formulación de cualquier tipo de proyecto que
pretenda atender las necesidades en el proceso de enseñanza y difusión de los
DDHH, se convierte en prioritario establecer metodologías formales para el
desarrollo de estas tareas.
Se supone que los
docentes, por su calidad de profesionales de la educación, deben tener claros
los conceptos que se manejan alrededor de los DDHH, pero la realidad que se ha
encontrado en algunas indagaciones, es bien distinta. De la misma manera,
teniendo en cuenta los planes de estudio aprobados por el Ministerio de
Educación Nacional MEN, así como el Artículo 41 de la Constitución Política de
Colombia, se podría suponer que los estudiantes, al terminar sus estudios
deberían tener una formación básica en DDHH, pero tampoco es así, salvo en
contadas excepciones.
En buena parte, se
puede suponer que estas deficiencias están causadas porque, aparentemente, no
se enseñan los Derechos Humanos en las aulas y, en las pocas que se estén
enseñando, no se cuentan con las metodologías y herramientas adecuadas para
esta enseñanza. En la medida en que se pueda establecer y socializar la
relación de los currículos de la educación en
Derechos Humanos y con la normatividad que los rige, se podrán
establecer los lineamientos para dar cumplimiento a la misma y para construir
herramientas y estrategias para la enseñanza, difusión y vigencia de la
Declaración Universal en nuestra localidad.
La
defensa de los derechos humanos se ha limitado, en la mayoría de escenarios, a
las denuncias en contra de su vulneración, pero hoy se vislumbra la necesidad
de trabajar con miras a la formación de sujetos de derecho, por lo tanto es
pertinente un proyecto que entrelace currículo y derechos humanos involucrando
activamente a los diferentes actores del proceso educativo. Logrado esto, se
puede garantizar uno de los fundamentos para el logro de un proceso: su
permanencia en el tiempo.
Es imprescindible que
este individuo se reconozca como un sujeto de derechos y reconozca, a su vez,
los derechos de los demás. De esta manera, cuando se logre que una comunidad se
reconozca a sí misma, y a sus individuos, como sujetos de derechos,
difícilmente permitirá que otros actores, individuales o colectivos, como el
gobierno, los gobernantes y los grupos marginales, los desconozcan o vulneren.
Así mismo, para lograr que un proceso de educación
en DDHH sea efectivo, se debe lograr que todos los docentes, educadores y
personal relacionado con la educación, obtengan la formación y la información,
necesarios para lograr los constructos precisos en esta tarea.
Teniendo en cuenta que
son éstas el espacio preciso para lograr permanencia, no hay que obviar que
para lograr una sana interacción en el escenario de la escuela, se hace
ineludible el reconocimiento de los derechos desde todos los actores de la
misma. En el momento en que directivos, docentes y educandos reconozcan los
derechos -humanos, constitucionales, del niño…-estarán reconociendo a sus
interlocutores como sujetos de derechos, y es a partir de allí desde donde se
podrá propiciar el respeto de ambos; actores y derechos.
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