miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA PEDAGOGÍA POR UNA CULTURA EN DERECHOS HUMANOS

LA PEDAGOGÍA POR UNA CULTURA EN DERECHOS HUMANOS


En los derechos humanos la globalización ha significado una terrible embestida en el plano de la vida y de las ideas. El derecho a la vida se convierte en un juego de palabras con la masacre cotidiana de millares de seres humanos que padecen víctimas del hambre y las enfermedades que irrumpen con la desnutrición. Los derechos sociales, económicos y culturales son palabras sin vida por la exclusión que produce la globalización de la miseria imperante: no hay salud, empleo, trabajo, seguridad social y vivienda porque la producción se desvinculo del empleo y la gente no se requiere, además el Estado se convirtió en servidor de las corporaciones multinacionales y sus funciones se reducen cada vez más. Los acuerdos internacionales se han convertido en un mecanismo eficaz utilizado por las corporaciones multinacionales para elevar sus beneficios con base en el empobrecimiento y el destrozo de las comunidades.

Las reglas supranacionales que adoptan en estos acuerdos les permiten fortalecer el poder de las empresas por sobre la capacidad de los gobiernos de realizar políticas sociales, eliminar  o recortar logros laborales y derechos básicos de las comunidades.  El nuevo rol del Estado es de tipo neo regulador y eficientista que cambia la relación entre economía y política: del papel predominante del Estado en la economía y de mayor incidencia estatal en las políticas de desarrollo, se pasa a una mayor influencia del sector privado, del mercado y de la financiación externa. Aunque también se pueden describir facetas positivas de los estados democráticos.
                                                                                      
Los estados democráticos se fundamentan en los principios del liberalismo político, en el respeto de los derechos cívicos y en la valoración, cada vez más universal, de los derechos humanos.


Tal como lo dicta la Declaración Universal de los DDHH, en el numeral 3 del Artículo 21

La voluntad de la población debe constituir la base de la autoridad de gobierno; ello se expresará en elecciones periódicas y genuinas que serán mediante sufragio universal e igual y se celebrarán por voto secreto o por procedimientos de votación libres equivalentes.

Esta condición establece una relación de correspondencia: El respeto a los derechos humanos es una obligación de la democracia y la democracia es una condición de los derechos humanos.

La democracia es, antes que nada y sobre todo, un ideal.  Sin una tendencia idealista una democracia no nace, y si nace, se debilita rápidamente. Más que cualquier otro régimen político, la democracia va contra la corriente, contra las leyes inerciales que gobiernan los grupos humanos. Las monocracias, las autocracias, las dictaduras son fáciles, nos caen encima solas; las democracias son difíciles, tienen que ser promovidas y creídas. (Sartori, 1991,p. 10.)

En este sentido, los derechos humanos se asimilan a las democracias; son difíciles, tienen que ser promovidos y creídos. Por tanto, se anota que Colombia se ha caracterizado por ser una de las democracias más duraderas del continente, pero a la vez por contar con la guerrilla más antigua de Latinoamérica. Así mismo, las condiciones estratégicas del país han propiciado la conformación de diferentes agrupaciones armadas al margen de la ley: El paramilitarismo, los ejércitos del narcotráfico, los grupos de autodefensas, las pandillas y demás agrupaciones violentas, que han “justificado” la permanente violación a los derechos humanos.

Abordar el tema de los Derechos Humanos en la actualidad más que una exigencia se convierte en una necesidad, las constantes violaciones de los DDHH, las acciones bélicas, el conflicto armado y el desplazamiento forzado, entre otras formas de transgresión a la sociedad; no sólo deben quedarse en el estudio y el reconocimiento estatal de estas acciones, así como tampoco el deber de acogerse a la sola protección y defensa de éstos ; sino que se debe actuar en un proceso ético de educación hacia los Derechos Humanos. 
                                                                                                   
Desde aquí se hace necesario el reconocimiento de la escuela como formadora de la nación y de sus pobladores, considerando que esta institución es el espacio ideal para cumplir con la labor que hoy se hace ineludible; es así, que el educar a cada uno de los futuros ciudadanos en la promoción de los DDHH debe asimilarse como una manera de vivir y no

Sólo como una manera de resolver conflictos. Es allí en donde la academia se convierte  indudablemente en la fortaleza de los valores, después de la familia. De tal forma, la educación a los Derechos Humanos es el afianzamiento de los valores y la trasmisión de ésta como práctica y como cultura del hombre.    

Es preciso enfocar el estudio de los Derechos Humanos a las aulas de clase, a construir una sociedad reflexiva y consciente comenzando por las mentes jóvenes de la nación;  se debe pensar en el contexto histórico de Colombia marcado por barbaries y acciones aborrecibles como sociedad; hechos que ponen en entredicho los Derechos Humanos si recordamos que son estos los que posibilitan la construcción de la democracia y la búsqueda de la paz. 

Considerando entonces que la sociedad se forma desde la educación en las escuelas y todo aspecto formal de conocimiento parte de ellas; se le debe dar el debido respaldo a las instituciones como formadoras de la nación en valores  no sólo aplicados a la norma y formalidades de conducta sino conduciéndolos a la educación, enseñanza y vivencia en el diario cotidiano de los valores que promueven los Derechos Humanos.
  
Finalmente, la estimulación de la educación para el ejercicio de los Derechos Humanos, contribuye al desarrollo de la educación formal y del desarrollo de los habitantes de una Nación; razón por la cual, en el contexto nacional se observa la implementación y promoción de los programas para la educación de los Derechos Humanos (Eduderechos) del Ministerio de Educación Nacional de Colombia, el cual busca  desde la conciencia de la educación, proyectos pedagógicos escolares concordantes con el propósito del mejoramiento de la calidad educativa. Lo cual solo es posible a través de una continua transformación del ambiente del aprendizaje mediante procesos pedagógicos que estimulen en los jóvenes competencias ciudadanas para constituirse como sujetos activos en derechos.  Todo esto evidencia la exigencia y la actual  demanda de competencias educativas de calidad basadas en enfoques de Derechos Humanos. 

No sobra anotar una reflexión que más adelante se reitera: No es sólo la acción la que establece la violación a los derechos humanos, sino la omisión de los actores responsables de la guarda y protección de los mismos. En este punto de referencia se detalla la obra de Paulo Freire y la visión sobre la educación y su insistencia hacia la práctica de una libertad,  la educación de las masas y su incidencia en los países en desarrollo y la tan evidente globalización, pero igualmente insiste en la educación que se libera de todo rasgo alienable, una fuerza que posibilite hacia el cambio y que sea el impulso de esta libertad.  Freire reconoce a la educación como generadora de una verdadera sociedad humana y en la que ningún hombre este excluido de ella.  Desde este punto su  método, según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo, desde la cual no se postulan modelos de adaptación ni transición de la sociedad, sino modelos de ruptura, de continuos cambios al ser subjetivos y de trasformación total.

Si bien es cierto que la educación en DDHH no resuelve las problemáticas de las comunidades, también es cierto que, en la medida en que se logre que una comunidad llegue a buenos niveles de apropiación sobre los mismos, se estará contribuyendo a la resolución de esas problemáticas. Pero hay que tener claro que debe ser un proceso de amplia cobertura. De allí que Freire reconozca que la tarea de educar se hace autentica en la medida en que se procure una integración del individuo a la realidad  nacional e individual, A medida de que se pierde el miedo a la libertad, a ser libres en derechos, la tarea aquí del educador es la de un artista formador que crea no sólo un mundo para el educando sino que
elabora un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y a la vez de solidaridad con el otro.  

La problemática social que genera la violencia en los estudiantes se debe abordar de manera que se generen espacios (bien sean de diálogo, de debate, de análisis, de crítica y de reflexión) para resolverla. Cuando esto se logre, se lograrán personas que, frente a las situaciones que les presente la vida, podrán proponer espacios similares para resolverlas.

Se puede suponer que una de las causas predominantes del conflicto social está enmarcada en la ignorancia, pero especialmente en la ignorancia sobre los derechos y los deberes de las personas con las personas, es decir de la responsabilidad social que a cada una de las personas atañe. Por esto, es innegable la necesidad de que el pueblo colombiano supere esa ignorancia y empiece a conocer y a manejar este conocimiento enfatizándolo en los derechos humanos, logrando la apropiación de los mismos, no sólo para hacerlos valer sino, también, para que inicie un reconocimiento de respeto por el otro, desde todo punto de vista.

Debe ser claro, entonces, entender que la educación sobre los derechos humanos es imprescindible desde la escuela, para que se dé la promoción y el respeto de los mismos, pues en el momento en que las personas llegan a conocer, entender y apropiarse de sus derechos y de los deberes que conllevan dichos derechos, así mismo sabrán exigirlos y, seguramente, lucharán por difundirlos y defenderlos.

En este abordaje de las responsabilidades, como docentes, frente a la enseñanza, difusión y vigencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y ante el desconocimiento de los procesos que se adelantan para afrontar esta responsabilidad, insumo que se convierte en básico para la formulación de cualquier tipo de proyecto que pretenda atender las necesidades en el proceso de enseñanza y difusión de los DDHH, se convierte en prioritario establecer metodologías formales para el desarrollo de estas tareas.

Se supone que los docentes, por su calidad de profesionales de la educación, deben tener claros los conceptos que se manejan alrededor de los DDHH, pero la realidad que se ha encontrado en algunas indagaciones, es bien distinta. De la misma manera, teniendo en cuenta los planes de estudio aprobados por el Ministerio de Educación Nacional MEN, así como el Artículo 41 de la Constitución Política de Colombia, se podría suponer que los estudiantes, al terminar sus estudios deberían tener una formación básica en DDHH, pero tampoco es así, salvo en contadas excepciones.

En buena parte, se puede suponer que estas deficiencias están causadas porque, aparentemente, no se enseñan los Derechos Humanos en las aulas y, en las pocas que se estén enseñando, no se cuentan con las metodologías y herramientas adecuadas para esta enseñanza. En la medida en que se pueda establecer y socializar la relación de los currículos de la educación en  Derechos Humanos y con la normatividad que los rige, se podrán establecer los lineamientos para dar cumplimiento a la misma y para construir herramientas y estrategias para la enseñanza, difusión y vigencia de la Declaración Universal en nuestra localidad.

La defensa de los derechos humanos se ha limitado, en la mayoría de escenarios, a las denuncias en contra de su vulneración, pero hoy se vislumbra la necesidad de trabajar con miras a la formación de sujetos de derecho, por lo tanto es pertinente un proyecto que entrelace currículo y derechos humanos involucrando activamente a los diferentes actores del proceso educativo. Logrado esto, se puede garantizar uno de los fundamentos para el logro de un proceso: su permanencia en el tiempo.

Es imprescindible que este individuo se reconozca como un sujeto de derechos y reconozca, a su vez, los derechos de los demás. De esta manera, cuando se logre que una comunidad se reconozca a sí misma, y a sus individuos, como sujetos de derechos, difícilmente permitirá que otros actores, individuales o colectivos, como el gobierno, los gobernantes y los grupos marginales, los desconozcan o vulneren.

Así mismo, para lograr que un proceso de educación en DDHH sea efectivo, se debe lograr que todos los docentes, educadores y personal relacionado con la educación, obtengan la formación y la información, necesarios para lograr los constructos precisos en esta tarea.

Teniendo en cuenta que son éstas el espacio preciso para lograr permanencia, no hay que obviar que para lograr una sana interacción en el escenario de la escuela, se hace ineludible el reconocimiento de los derechos desde todos los actores de la misma. En el momento en que directivos, docentes y educandos reconozcan los derechos -humanos, constitucionales, del niño…-estarán reconociendo a sus interlocutores como sujetos de derechos, y es a partir de allí desde donde se podrá propiciar el respeto de ambos; actores y derechos.



                                                                                                                            

BIBLIOGRAFÍA





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